A nivel laboral, podría decirse que existen tres tipos de personas, cuya dedicación define su visión del trabajo: las que viven para trabajar, las que trabajan para vivir y las que se mantienen al margen y viven del cuento. Podría decirse que nuestra cultura labora es pobre en comparación con otros países del norte o del este. Sin embargo, en comparación con países del sur, la historia, cambia. De cualquier manera, nuestra cultura laboral es muy propia, aunque poco a poco, se va adaptando a otras culturas más europeas, donde el trabajo, se separa de otras parcelas.
Basta con entrar en espacios como MITRE 126, punto neurálgico de empresas que hacen uso del coworking, para entender, como nuestra filosofía laboral, esta cambiando. Estos centros de trabajo junto que el teletrabajo, están generando una vuelta de tuera a nuestro mundo laboral.
Mientras permanecen vigentes empleos que deben ser como han sido toda la vida, presenciales y poco tecnológicos. Los trabajos emergentes, con posibilidad de ejercerse de manera virtual o desde centros como el coworking, proliferan. Cada vez existen mas tiendas virtuales, con una variedad de artículos y productos superior a la de cualquier espacio físico, las consultas médicas, cada vez son más frecuentes por videollamadas, la interacción humana es incensaría en la mayoría de ocasiones… El mundo esta cambiando, la sociedad también y, nuestra cultura del trabajo, mas todavía.
La comodidad del puesto, la retribución elevada (que no acorde con las tareas a desempeñar), los descansos y permisos de vacaciones, son factores indispensables a la hora de optar por un puesto de trabajo. Hace mucho que se acabo eso de trabajar en lo que sea mientras aparece el trabajo ideal o empezar desde cero para ir aprendiendo. Ahora, son muchos los que pretenden alcanzar la cima sin subir por la ladera. Aunque cabe destacar, la gran cantidad de emprendedores y emprendedoras que tenemos dentro de nuestras fronteras. Mentes talentosas y carácter suficiente para, al menos, intentar alcanzar sus objetivos.
Si miramos a oriente, podemos comprobar el abismo que separa nuestras culturas. En el terreno laboral, se trata de un país convertido en referente mundial en lo que a organización, tecnología y desarrollo respecta. Gran parte de las empresas japonesas, por ejemplo, son pioneras en todo el mundo. Su cultura del trabajo, es peculiar, al menos para nosotros, los españoles que vemos la vida de otro color. Para un japonés, la empresa o el lugar de trabajo, no es meramente el lugar de trabajo. Es lo que les define como personas, lo que representa sus habilidades y proporciona el estatus social. Un japonés, pone por encima a la empresa sobre cualquier necesidad personal.
En Europa, España incluida, se tiende a la conciliación de la vida laboral y familiar. Se procura la reducción de la jornada, la implementación del teletrabajo, la flexibilidad de horario, etc.
Nuestra cultura “tipical spanish”
Cuando vives en un lugar desde hace años o de toda la vida, es difícil darse cuenta de como algunos aspectos cotidianos, pueden ser un tanto diferentes que en otros lugares. Las costumbres propias, aceptadas social y culturalmente, no permiten ver con perspectiva la realidad que, en aspectos laborales, nos hacen ligeramente más pobres. Falta de compromiso, impuntualidad, poca expectativa y trabajar como si fuera un castigo, son algunos de los aspectos negativos de los españoles en materia de trabajo. No todos tenemos la misma actitud, afortunadamente, pero es fácil encontrase con empleados apesadumbrados y quejicosos en todos los ámbitos. Tal vez se deba a eso mismo, nuestra cultura de trabajo que raya en los bajos sueldos, largas jornadas y poco desarrollo laboral.
Para los que vienen de fuera y se incorporan a nuestras empresas, o incluso para los propios españoles que están a la búsqueda de su primer empleo. Para todo aquel que sienta un mínimo de curiosidad, vamos a definir, algunos de los aspectos que caracterizan, la cultura del trabajo en nuestro país.
En primer lugar, hablemos de horarios. Totalmente diferentes a los que tienen otros países de occidente. Desayunamos si toca, comemos a las dos de la tarde, cenamos a las nueve y nos vamos a la cama cuando nos viene bien, ósea tarde. Entramos a la oficina a una hora prudente (más bien tarde en comparación con otros países) y salimos, por ende, tarde. Todo esto, afecta sin duda a la dinámica del trabajo. Adaptarse, puede resultar fácil, teniendo en cuenta los estrictos horarios de otros países.
Reunirse es algo muy común en España. Las reuniones son algo positivo que, en según que ocasiones pueden evitarse con un comunicado interno. Además, no suele tratarse de reuniones motivadoras como en otras culturas, donde impera la motivación laboral de los empleados. Las reuniones en España, sueles ser prolongadas, pero con poco contenido interesante.
Ya hemos pasado por el inicio de la jornada laboral, la reunión de turno, y pasamos a la hora de la siesta. Entre las dos de la tarde y las cinco, los comercios siempre se han mantenido cerrados. Esta norma, todavía se mantiene en los pequeños comercios y tiendas especializadas. El parón para comer, puede convertirse en un pequeño sueño para reponer pilas o puede invertirse en practicar deporte. En la mayoría de las empresas, el parón para la comida, se hace entre esas horas, pero con menor tiempo. Lo habitual es ver a los trabajadores, mal comiendo en el lugar de trabajo o sus inmediaciones para poder terminar su jornada, cuanto antes.
Algo que parece inevitable dentro de nuestra cultura laboral, es el tardeo post trabajo. Viene muy bien relajarse con los compañeros después de una larga jornada laboral. Así, se crean vínculos, se conoce mejor a los compañeros y se aliena la mente con asuntos ajenos al trabajo. Sin embargo, estas tardes se prolongan, a veces demasiado, lo que no beneficia el rendimiento laboral.
Diversidad y empoderamiento
A grandes rasgos, la vida en España es enérgica y entusiasta, pero sin prisas, algo que se refleja en la cultura laboral. La familia es el núcleo y se valoran las relaciones e integración en el mundo laboral. Aun así, no se pueden encontrar ni esperar los mismos valores culturales en todo el país, debido a que somos un país diverso, influenciado por muchas otras culturas.
Dicho esto, el concepto de tiempo y puntualidad, difiere de otras naciones de occidente. En España, las reuniones suelen empezar tarde y terminar tarde. Los plazos de los trabajos se alargan y las jornadas laborales, se inician después de las diez, prolongándose hasta las ocho.
Algo a lo que estamos a la cabeza y de lo que apenas somos conscientes, es que, gracias a esta diversidad de la que se ha hecho España, los extranjeros, representan un quince por cien de la fuerza laboral, estamos en octava posición en lo que respecta a los países, que respetan los derechos LGBT+, las leyes laborales son sólidas y ofrece protección a los trabajadores, esta totalmente prohibida la discriminación de cualquier tipo, el acoso o la victimización.
En cuanto a las personas discapacitadas, contamos con leyes que promueven su empleo e integración en la sociedad.
Todos estos factores, hacen que la pobreza de la que gozamos a nivel laboral en el estricto sentido del trabajo, no sea tal, debido a la riqueza de la que hacemos gala, a nivel sociolaboral. Somos abiertos de mente, nos adaptamos con facilidad a los cambios y nos encanta avanzar en políticas sociales que influyen directamente en el empleo y el trabajo.
Otro punto fuerte de nuestra cultura laboral, es la igualdad. La mujer cuenta con mayor relevancia e importancia cada día. El número de mujeres que ha ocupado y ocupa puestos de dirección y forman parte de las juntas directivas de las grandes empresas, ha ido en claro aumento. Todavía queda pendiente el asunto salarial, donde la brecha, se cierra, pero lentamente.
Las empresas que cuenten con más de cincuenta trabajadores, están obligadas a crear e implementar un plan de igualdad, en el que debe incluirse una auditoría salarial.
No podemos terminar este punto sin reseñar que, aun siendo aceptadas como empresarias en nuestro país, las empresarias del norte de Europa, no se sienten cómodas ante las atenciones que los hombres españoles las brindan en la oficina. Este es otro de los puntos tipical spanish que difiere con países como Estados Unidos o Alemania, en los que no es habitual alabar a las mujeres por su apariencia.
En cuanto a la jerarquía y la estructura empresarial, muchas de las empresas, son familiares o gubernamentales, con una gestión tradicional. Se mantiene una fuerte división y sistema jerárquico, en el cual prevalece el individualismo y no esta tan bien visto el trabajo en equipo. Este aspecto, se haya inmerso en el cambio. Pese a la fuerza de ese sistema jerárquico, la comunicación suele practicarse a nivel de iguales, jefe con jefe, encargado con encargado. Todavía es difícil que un empleado se salte a sus superiores para hablar directamente con el mandamás.
En resumen, nuestra cultura de trabajo, se haya inmersa en el cambio, no es lo que fue antaño ni lo que pretende ser en un futuro, no muy lejano.