Acudir al psicólogo puede resolver nuestros problemas de estrés y ansiedad

El tratamiento del estrés y la ansiedad mediante sesiones con un psicólogo se ha convertido en una opción altamente efectiva para muchas personas que experimentan estos trastornos emocionales. Aunque cada individuo es único y el enfoque puede variar dependiendo de las circunstancias particulares, las sesiones terapéuticas ofrecen un espacio seguro para explorar las causas subyacentes de la ansiedad y el estrés, así como herramientas y estrategias para manejarlos de forma más saludable y adaptativa. Un psicólogo profesional no solo ayuda a los pacientes a comprender mejor sus emociones y reacciones, sino que también les enseña cómo modificar los pensamientos y comportamientos que contribuyen a su malestar.

Una de las formas más comunes de tratar el estrés y la ansiedad en terapia es a través de la terapia cognitivo-conductual (TCC). Esta modalidad se basa en la premisa de que nuestros pensamientos, emociones y comportamientos están interconectados y que modificar patrones de pensamiento negativos puede llevar a una mejora significativa en cómo nos sentimos y actuamos. En el caso de la ansiedad, la TCC ayuda a las personas a identificar y desafiar los pensamientos irracionales o distorsionados que alimentan sus miedos, preocupaciones y anticipaciones catastróficas. El psicólogo trabaja con el paciente para reemplazar estos pensamientos con interpretaciones más realistas y equilibradas, reduciendo así el nivel de ansiedad que experimentan frente a situaciones cotidianas.

En las primeras sesiones, el psicólogo puede comenzar explorando las situaciones que generan estrés o ansiedad en la vida del paciente, así como las emociones y pensamientos asociados con esos momentos. A través de esta exploración, el psicólogo puede identificar los desencadenantes específicos que producen el malestar. Al tener una visión clara de las causas, se pueden desarrollar estrategias para afrontarlas de manera más efectiva. Por ejemplo, un paciente que experimenta ansiedad social puede aprender a reconocer los pensamientos automáticos que surgen antes de interactuar con los demás, como «Voy a decir algo tonto» o «Me van a rechazar». El psicólogo puede enseñar al paciente a cuestionar estos pensamientos y reemplazarlos con otros más positivos y realistas, lo que permite una mayor capacidad para enfrentar situaciones sociales sin sentirse abrumado.

Además de la TCC, otras técnicas que pueden utilizarse durante las sesiones incluyen el entrenamiento en relajación y la respiración profunda. La relajación muscular progresiva y otras estrategias de relajación pueden ser herramientas útiles para reducir la tensión física asociada con el estrés. Los pacientes aprenden a reconocer las señales físicas de la ansiedad, como la tensión muscular o el ritmo acelerado del corazón, y practican técnicas para relajarse, reduciendo así los efectos negativos del estrés en el cuerpo. La respiración profunda, que implica inhalar lenta y profundamente por la nariz y exhalar por la boca, es una técnica sencilla pero poderosa que calma el sistema nervioso y reduce la ansiedad en momentos de alta tensión. El psicólogo guía al paciente para que aprenda a usar estas técnicas de manera efectiva en su vida diaria.

En algunas terapias, el psicólogo Carlos Ruiz León nos explica que también se puede integrar la técnica de exposición, especialmente para tratar los trastornos de ansiedad, como las fobias. Esta técnica consiste en exponer al paciente de manera gradual a las situaciones u objetos que les causan miedo, en un entorno controlado, para ayudarles a desensibilizarse. Por ejemplo, si alguien tiene miedo de hablar en público, se le puede pedir que practique hablar frente a una audiencia pequeña y luego aumentar la dificultad progresivamente. Esto permite que la persona enfrente sus miedos de una manera estructurada y controlada, ayudando a disminuir la ansiedad asociada con esas situaciones.

El proceso terapéutico también involucra el desarrollo de habilidades de afrontamiento. Los pacientes aprenden a manejar mejor el estrés y la ansiedad en su vida diaria, no solo identificando y desafiando pensamientos negativos, sino también desarrollando un conjunto de herramientas prácticas para lidiar con situaciones difíciles. Estas habilidades pueden incluir cómo establecer límites saludables, cómo organizar mejor el tiempo y las tareas, o cómo encontrar formas constructivas de relajarse y cuidar de sí mismo.

En muchas ocasiones, el tratamiento psicológico también implica el trabajo en la autoaceptación y la gestión emocional. Las personas con ansiedad o estrés a menudo son muy autocríticas y se sienten abrumadas por la presión de cumplir con expectativas poco realistas. Durante las sesiones, el psicólogo puede ayudar a la persona a reconocer y aceptar sus emociones sin juzgarse, lo que puede ser liberador. Aprender a estar en paz con uno mismo y a reconocer que no siempre se tiene el control de todo puede ser un paso importante para reducir la ansiedad.

¿Qué nos produce ansiedad y estrés?

El estrés y la ansiedad son respuestas naturales del cuerpo ante situaciones que percibimos como desafiantes o amenazantes. Sin embargo, cuando estas respuestas se vuelven excesivas o crónicas, pueden afectar nuestra salud física y mental. La ansiedad y el estrés pueden ser causados por una variedad de factores, tanto internos como externos, y lo que genera estas reacciones puede variar significativamente de una persona a otra.

Una de las principales fuentes de estrés y ansiedad son las presiones sociales y laborales. Las exigencias en el trabajo, como cumplir con plazos, manejar una carga de trabajo excesiva o enfrentarse a conflictos con compañeros o superiores, pueden generar altos niveles de estrés. Del mismo modo, la inseguridad laboral, la falta de estabilidad económica o la presión por alcanzar metas profesionales también pueden desencadenar ansiedad.

Otro factor comúnmente asociado al estrés es la falta de control sobre las situaciones. Cuando sentimos que no tenemos poder sobre lo que nos sucede, nuestra respuesta natural es de ansiedad. Por ejemplo, enfrentar situaciones impredecibles o cambios repentinos en la vida, como mudarse a un nuevo lugar, cambios de trabajo, o incluso la pérdida de una relación importante, puede hacernos sentir vulnerables y fuera de control.

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