No termino de entender por qué extraño motivo el vino se está haciendo cada vez más habitual entre la gente joven. En mi época, cuando cumplías la edad legal para poder probar el alcohol normalmente te pedías una caña de cerveza y tras probarla ponías cara de asco, varias veces, hasta que empezaba a gustarte. Al poco tiempo casi todos los del grupo ya pedían la típica “caña y tapa” cuando se sentaban en una terraza de bar ¿o no? Ahora lo que está de moda es tomar una copita de vino.
A ver, todo el alcohol, lo mires por donde lo mires, es malo para nuestra salud y lo mismo da que lo bebamos en forma de caña de cerveza que en copita de vino, por muy en diminutivo que lo digamos o por muy “cool” que sea ese vino. Ahora bien, entre eso y hacer botellones día sí y día también casi que prefiero que los jóvenes se vuelvan un poco “pijos” y beban, en las cenas o aperitivos, una copita de vino.
El vino, como la cerveza, es una bebida alcohólica con muchísimas historia. De hecho, en los años noventa se encontró una vasija procedente del Neolítico (ahí queda nada) en cuyo interior se comprobó que había restos relacionados con la crianza del vino, y maticemos que hablamos del años 5.000 a.C.
Es más conocido por el mundo popular que tango en el antiguo Egipto como en el mundo griego y romano ya se bebía vino, y en grandes volúmenes. De hecho, en la mitología griega encontramos a Dioniso, el dios del Vino, y en la romana a Baco, que es exactamente lo mismo pero en su cultura. Dicho esto, está claro que el vino tenía un lugar muy importante en sus costumbres, al menos lo suficiente como para que tuviera su propio dios.
Obviamente ese vino primigenio ha ido evolucionando y ahora tenemos vinos de muchos tipos, hasta espumosos, como el refresco de cola, que puede parecer muy normal verlo en el supermercado pero cabe recordar que esa efervescencia es de todo menos natural, aunque está muy bueno.
Una moda que nunca se ha ido
Uno de mis vinos favoritos es espumoso. Me gusta mucho el Marina Espumante de Bodegas Bocopa porque es muy suave y puedes tomarlo igual en un aperitivo que comiendo un buen arroz de pescado. Incluso he llegado a beberme una copita comiendo un buen asado de carne, aunque no es lo más recomendado, pero a mí personalmente me ha gustado la mezcla de sabores.
El hecho de que el vino esté de moda, aunque pueda parecer una loca, no me parece tan mal como podría parecer a priori después de pensarlo. No se trata, obviamente, de mirar con buenos ojos a quien coge una botella y se la empina como si fuera agua, acabando perjudicado en más de un sentido, pero es que nunca se trata de eso. La persona que se pasa bebiendo alcohol tiene la misma culpa haya bebido vino, cerveza o copas de ginebra, y no porque se beba un alcohol mejor visto (como una caña en un bar con los amigos) es mejor que si se emborracha con whisky.
Esto lo quiero dejar claro porque no tengo ningunas ganas de que alguien venga a decir que desde este blog se promueve el alcohol, para nada. De hecho, como bien todos sabemos, hay que beber con moderación. Lo único que digo es que tampoco podemos demonizar al alcohol cuando un joven se pone hasta arriba en un botellón.
Ante esto, hay quien dirá que por la misma regla de tres no podemos demonizar a la cocaína porque el culpable de meterse el chute es el joven y yo a esa persona le digo ¿por qué hay que ser tan extremista? En serio, odio los extremos. No podemos tachar a quien bebé alcohol de borracho solo porque a nosotros no nos guste del mismo modo en el que no podemos tachar a alguien de asesino porque coma carne y nosotros seamos veganos. Que yo sepa, el ser humano ha llegado hasta donde está comiendo carne de animales desde la prehistoria así que en realidad el que va contra natura es el vegano o vegetariano. Y que quede claro que no tengo nada en contra de ellos, me parece fantástico que cada uno coma lo que le dé la gana y siga una filosofía de vida propia, o una ideología, lo que tampoco tolero es que nadie se meta conmigo por el mismo motivo.
Lógicamente, a un chaval de 15 años, no se le puede decir que beber cerveza esté bien, ni mucho menos. Es más, cuanto menos alcohol beba en su vida muchísimo mejor, pero tampoco podemos pretender que no lo pruebe cuando a su alrededor, la sociedad, y de forma generalizada, basa su ocio en salir a tomarse una caña con los amigos al bar de la esquina o a tapear por la noche con la familia en la terraza del restaurante del barrio. Es lógico que quiera probarlo, y es mucho mejor que se tome una copa de vino a gusto, y relajado, a que se beba una litrona de cerveza tras otra y digo esto porque en la juventud está demostrado que es más fácil acabar así con la cerveza que con el vino.
Mi sobrino, de 21 años, es un apasionado del vino como su padre. En su familia hay mucha tradición y se le ha enseñado a saborear el vino, sus texturas y su aroma. Siempre que comemos en su casa, padre e hijo nos sorprenden con una botella nueva de SC Selección, una tienda online especializada en vinos gourmet, y yo le veo probar el vino con esa delicadeza y saborearlo a lo largo de toda la comida y sé, a ciencia cierta, que no tiene ningún interés en beber alcohol por beber y coger un pedo sin más.
Imagino que algún día lo hará, o ya lo habrá hecho, como todo joven con la cabeza loca, pero con la educación que le han dado y viendo cómo trata la copa de vino en su mano, sé que sabe muy bien lo que está haciendo y lo que no debe hacer.
De hecho, creo que ahí está la base de todo. No se trata de prohibir sin más, y tampoco se trata de culpabilizar a las modas o a los jóvenes, ni siquiera a la industria, personalmente creo que la base del éxito en este sentid reside en la educación. ¿No creéis?