Hace unos meses, me sentía totalmente atrapada en un ciclo que parecía no tener fin. Seguro que tú te has visto así muchas veces. Me sentía desconectada de todo: de mi cuerpo, de mis emociones, de las personas que me rodeaban, y, lo que es aún peor, de mí misma. Créeme, puede pasar, aunque no lo concibas. O tal vez te suene familiar. Esa sensación de correr de un lado a otro sin saber exactamente hacia dónde vas es terrible.
Vivimos en una sociedad que nos exige estar siempre en haciendo cosas, produciendo, respondiendo, resolviendo problemas. Pero, ¿cómo se supone que tenemos que llevar todo eso adelante si no sabemos ni qué queremos o necesitamos realmente?
Llegó un momento en el que mi cuerpo empezó a enviarme señales. Estaba agotada, no dormía bien y mi mente no paraba quieta, pensaba todo el día. Me di cuenta de que tenía que cambiar algo, pero no sabía por dónde empezar. Un día, una amiga mencionó algo sobre el tantra. Reconozco que, al principio, fui un poco escéptica. Como muchas personas, pensaba que el tantra era algo exclusivamente relacionado con la sexualidad. Pero lo que me dijo mi amiga me dejó intrigada: “El tantra no es solo eso. Es una forma de conectar contigo misma, de escucharte y de entenderte. Te ayuda a vivir en armonía contigo misma y con los demás”, me dijo.
Sus palabras resonaron en mí, y decidí investigar un poco más.
Qué es el tantra
Primero, contacté con ciertos especialistas para resolver mi mayor duda existencial. Prem Sambhavo, uno de ellos, me explicó lo siguiente: «El Tantra es vivencial en esencia, meditación y escucha interna. Cuando empiezas a cuestionarte quién eres puede que surjan mil dudas, entonces es el momento de sentir el cuerpo y preguntarte qué te hace bien, qué te gusta o disgusta en cada situación, validando el proceso de conexión a ti».
Descubrí, gracias a él, que el tantra es una filosofía milenaria que busca la integración del cuerpo, la mente y el espíritu. Es un camino de autoconocimiento y transformación. No tiene nada que ver con doctrinas o religiones, aunque parezca que sí, sino que se centra en la propia experiencia personal.
Así que, tras pensarlo mucho y vencer mi miedo, me inscribí en un retiro tántrico
Recuerdo el primer día del retiro como si fuera ayer.
El lugar era un espacio tranquilo, rodeado de naturaleza. Desde el primer momento, me sentí acogida. El grupo era pequeño y muy variado: había personas de todas edades y contextos, y todas buscaban lo mismo: reconectar consigo mismas.
Nos recibieron con una charla introductoria donde nos explicaron que el objetivo del tantra es ayudarnos a vivir de manera plena y consciente.
Talleres y actividades
Durante los días que estuve allí, participé en una variedad de talleres y actividades que me sorprendieron bastante.
Uno de los primeros ejercicios fue aprender a respirar. Puede sonar, porque todos sabemos cómo respirar. Pero este taller me enseñó a hacerlo de forma consciente. A través de la respiración, conecté con mi cuerpo y mis emociones de una forma que nunca había experimentado antes. Me di cuenta de que, muchas veces, contengo la respiración cuando estoy estresada, y eso afecta directamente mi estado emocional.
Otro de los talleres fue sobre la meditación y la atención plena. Nos enseñaron cómo llevar nuestra atención al momento presente, sin juzgar ni tratar de cambiar nada. Este ejercicio fue un gran reto para mí, porque mi mente siempre está saltando de un pensamiento a otro. Pero, poco a poco, fui aprendiendo a calmarla y a disfrutar del aquí y del ahora. ¿Te ha pasado alguna vez que estás haciendo algo, pero tu mente está en otro lado? Pues eso me ocurría constantemente, y este taller fue un primer paso para cambiarlo.
Uno de los momentos más impactantes del retiro fue un taller de expresión emocional. Se nos animó a liberar emociones reprimidas a través de diferentes técnicas, como el movimiento, la voz y la escritura. Fue liberador poder expresar lo que sentía sin miedo a ser juzgada. En nuestra vida diaria, muchas veces nos guardamos lo que sentimos por temor a la opinión de los demás, pero este ejercicio me enseñó que no hay nada malo en sentir y expresar.
Otra parte fundamental del retiro fueron las dinámicas de grupo
Trabajamos mucho la conexión con los demás desde el respeto y la empatía.
Uno de los ejercicios consistió en mirarnos a los ojos durante varios minutos en silencio. Puede parecer simple, pero fue una experiencia muy poderosa. Me di cuenta de lo difícil que puede ser sostener la mirada de alguien y, al mismo tiempo, lo mucho que puedes conectar con otra persona sin necesidad de palabras. ¿Cuándo fue la última vez que te tomaste un momento para mirar a alguien a los ojos de verdad?
Por supuesto, también hubo momentos de silencio y reflexión personal. Cada mañana, antes de empezar las actividades, teníamos un rato para estar a solas con nosotros mismos. Aproveché esto para escribir en un cuaderno todo lo que iba sintiendo y aprendiendo. Fue una forma de procesar la experiencia y darme cuenta de cómo iba cambiando mi perspectiva.
Beneficios del tantra
Una de las cosas que más valoré del retiro fue la libertad de elegir. Nunca sentí presión para hacer algo con lo que no estuviera cómoda. Todo estaba diseñado para respetar las necesidades y los límites de cada persona, lo que creó un ambiente seguro y de confianza.
Al finalizar el retiro, experimenté un cambio interno que marcó el inicio de una vida más consciente y equilibrada. Aprendí a escucharme de verdad, algo que, aunque parece sencillo, puede ser muy difícil en medio del ritmo frenético de nuestra rutina diaria. Descubrí que atender mis propias necesidades no es egoísta, sino esencial para mi bienestar.
Entre los beneficios más destacados, la respiración consciente se convirtió en una herramienta clave para gestionar el estrés y las emociones. Ahora, cuando siento que mi mente se acelera o mi cuerpo se tensa, recurro a esta técnica para calmarme y reconectar conmigo. También encontré en la meditación un espacio de calma, algo que he incorporado como un hábito diario. Además, la escritura reflexiva se convirtió en un medio para procesar mis emociones y aclarar mis pensamientos, algo que me aporta claridad y paz mental.
El tantra no solo me ayudó a reconectar conmigo misma, sino también con quienes me rodean. Valorar el presente, vivir con atención plena y abrirme a una conexión más profunda han sido transformaciones que me acompañan hasta hoy.
Desmitificando el tantra
Muchas personas asocian esta práctica exclusivamente con lo sexual, pero el tantra es mucho más que eso. Es un camino de autodescubrimiento que nos enseña a conectar con nuestra esencia, a abrazar nuestras emociones y a estar presentes en cada momento.
Durante las charlas en el retiro, aprendimos cómo esta filosofía puede ser aplicada a nuestra vida cotidiana, desde las relaciones interpersonales hasta la forma en que enfrentamos los desafíos diarios.
Por ejemplo, uno de los guías nos explicó que el tantra nos invita a aceptar todo lo que somos, sin juzgarnos ni intentar encajar en moldes predefinidos. Esta idea me impactó profundamente, ya que solemos ser nuestros peores críticos. Aprender a ser compasiva conmigo misma fue una de las lecciones más valiosas que me llevé.
Además, descubrimos que el tantra también incluye herramientas prácticas, como el trabajo con la energía a través de la respiración y el movimiento consciente. Estas técnicas nos ayudan a liberar tensiones acumuladas y a reconectar con nuestro cuerpo de una manera más profunda. ¿Cuántas veces nos olvidamos de escuchar lo que nuestro cuerpo nos está diciendo?
Este aprendizaje me ayudó a prestarle más atención y a cuidarme mejor.
Salir del retiro fue solo el comienzo
Integrar las enseñanzas del tantra en mi día a día fue un proceso gradual, pero sumamente enriquecedor. Una de las prácticas que mantengo hasta el día de hoy es la respiración consciente. Cada vez que me siento abrumada o estresada, me detengo por un momento, cierro los ojos y respiro profundamente. Esto me ayuda a centrarme y a recuperar la calma.
Otra herramienta que incorporé es la meditación diaria. No tiene que ser algo complicado ni tomar mucho tiempo, porque incluso unos minutos al día pueden marcar la diferencia.
Si todavía no lo has probado, te animo a que lo hagas
Sé que, por norma general, nos resulta muy difícil pedir ayuda cuando estamos mal. Pero te animo a que, si te sientes perdido, desconectado o simplemente quieres aprender a cuidarte mejor, trates de abrirte y explorar el tantra. No necesitas tener experiencia previa ni cumplir con ningún requisito especial, solo estar abierta a conocerte y a crecer. Quizás, como yo, descubras que es mucho más de lo que imaginabas.
El camino hacia el bienestar mental y emocional no siempre es fácil, pero te aseguro que merece la pena. Si yo pude dar ese paso, tú también puedes hacerlo. Y quién sabe, tal vez el tantra sea ese primer paso que estás buscando.
¿Te animas a intentarlo?